El otro día una alumna me dijo que estaba nerviosa por un evento al que iba a asistir, en el que tenía que hacer una performance. Eso no es un caso aislado. Todo el tiempo, antes de pasar a mostrar un trabajo en clase, en distintas personas aparece el comentario “ay, estoy nervios@”.
Pues, sí. Los nervios pre-escena son una corriente que atraviesa nuestro cuerpo, órganos, mente y sentidos.
Y aquí va mi mejor consejo para ellos: DISFRUTALOS, bailalos, sé con ellos.
Creo yo, que es muy bonito saber que esta sensación nos conecta universalmente. Estoy segura que cualquier artista o persona que se enfrente a una situación escénica, va a saber de qué estamos hablando. E inclusive se extiende a otras áreas de la vida.
Claro que podemos dejarlos crecer hacia un lugar de miedo y parálisis, pero… ¿por qué no llevarlos hacia una vivencia de goce? Como una primera cita constante.
Ese momento en el que estás por saltar al vacío, a la incertidumbre del encuentro con el público, al propio deseo y corazón abiertos camuflados en textos, canciones, movimientos. El famoso aquí y ahora.
Entonces, sólo puedo pensar en qué dichos@s somos de sentir esos nervios, ese desconcierto del encuentro con el amor verdadero, aquel que se construye paso a paso con el otr@.
Así que, cuando vuelvas a sentir esos nervios, agradecete y disfrutalos, porque son la señal de que estás viv@ y que eso que está a punto de pasar te importa y te conmueve, quizás porque alguna parte íntima de tu ser, está a punto de expresarse.
Por eso, te invito a que gritemos junt@s entre movimientos un poco caóticos y respiraciones profundas… ¡que vivan los nervios!